Skardu


31 de agosto - 1 de septiembre de 19999

Esta mañana había dos mujeres cubiertas hasta los ojos en un rincón de un cobertizo, cuando llegó el autobús con destino a Skardú salieron corriendo hacia la puerta y subieron sin levantar la cabeza, ocultando también sus ojos. Fuera de toda racionalización del hecho estas visiones me golpean, me incomodan como mínimo, me indignan sin esperanza. Cuando veo pasar a algunas niñas de uniforme (túnica azul y velo blanco) hacia la escuela respiro, sólo levemente, porque poco más allá en el camino vuelven a aprecer mujeres, niñas tapadas, dándose la vuelta hacia la cuneta cada vez que pasa un coche, pegadas a la espalda del marido o del padre.
La enseñanza pública es gratuita, no obligatoria, depende de los padres que las niñas acudan a la escuela, de ahí el bajo porcentaje de niñas escolarizadas.

No hay avión a Rawalpindi, cancelaron el vuelo. Esperamos la salida del autobús en una maloliente sala de espera llena de moscas. 



Alberto: 
Skardu es una remota y polvorienta ciudad en los confines del país lindando con Cachemira.
El trayecto, tierra de osos y viento. Un niño con el oído hecho una pena. Su padre lo lleva al hospital, no parecen tener más de lo puesto, aceptan sin rechistar la comida que les pasamos durante el camino.

Estoy hundido en las idas y venidas de Torrente Ballester por los personajes y hechos de sus novelas, absorbido en la lectura, en mis esporádicas anotaciones, como quien está en casa, en la biblioteca, en la cabaña; y levanto la vista y descubro la calle polvorienta, el olor rancio del líquido de la caja de cambios, y me sorprendo de estar en una especie de garaje, que llaman waiting room, en un lugar remoto de Pakistán. Ni siquiera esta nube de moscas que me rodea son una molestia excesiva.


Guille, Cork:
Pensamientos de hotel: la impresión de que incluso los empleados están ocultos unos de otros. Dejas en uno de los stores una caja de botellas y la luz encendida porque vas a volver y cuando vuelves, apenas un par de minutos después, te encuentras la luz apagada y faltan tres botellas. El pensamiento del papel higiénico. Cuando pagan 40.000 pesetas por noche... ¿cómo será el papel de limpiarse el culo? A  veces me entran ganas de abrir uno de los paquetes que llevo al store.


Mario, El Chorrillo:
Me siento fuerte aunque mi cuerpo no me comprenda, me siento fuerte aunque los nervios y el insomnio sigan siendo protagonistas de mis días, me siento fuerte porque escribo y vuelvo a ser el mismo desde otro mundo diferente. Las calles de India caminan por Madrid, veo las sonrisas de la calle como la más poderosa diferencia de la gente de ambos mundos, y veo que Madrid es una Calcuta que no ha caído en una econmomía degradada y Calcuta es un Madrid que no ha caído en la decadencia del ser humano occidental.

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