Nepal



Del 22 de septiembre al 4 de octubre de 1999




Katmandu

Y correr y correr. Pero ya vamos a parar. Después de los seis días de trekking descansaremos en Pokhara. Esta vez batimos el record, en tres días siete autobuses, cinco rickshaw, dos kilómetros andando y tres países. Anoche no sólo no dormí en el autobús sino que tuve que hacer esfuerzos para no caer rendida al sueño porque cada vez que el autobús daba un meneo brusco mi cuello chillaba condenadamente. Así que un poco abobada estoy. Lo siento por Katmandu, porque he andado por sus calles sin demasiadas ganas, ni siquiera llegamos al centro histórico de la ciudad. Otro año. Pasado mañana comenzamos, los cuatro ya, a caminar por la zona del Anapurna.
Está bien eso de viajar como lo estamos haciendo pero también me gusta pensar que en el invierno voy a volver a mi música y a mi cine.

Kokhthanti, 25 de septiembre

Primer día de trekking. Aquí estoy tan feliz, sentada en un banco después de siete horas de andar, al lado de Alberto que lee el Ramayana. La primera parte del camino es árida, con viento, no muy agraciada, pero a partir de Larjung, donde comimos, el itinerario es mucho más bonito, recorre la orilla del río subiendo y bajando entre los árboles. Cruzar el río fue una aventura. Descalzos, nos metimos, algo más allá del centro del cauce la corriente era cada vez más fuerte. Alberto me dio la mano, Niman, el porteador, que estaba empezando a tener problemas se agarró a Alberto. Y a partir de ahí, el susto, la corriente nos llevaba, dimos la vuelta con dificultad sobre todo porque Niman, cargado con nuestro macuto, no parecía ser capaz de moverse. Todo quedó en un pequeño susto. Después la consiguiente broma y la tomadura de pelo de Quique contando que Lucía gritaba: Ay mi madre! Mientras entraban al cauce dispuestos “a dar la vida por nosotros” o, al menos, por mí.



Dana, 26 de septiembre

Siete horas de caminata me han dejado rota. El cuello sigue doliéndome. Niman se muestra cada vez más confiado, nos llama papa y mami.



Sikha, 27 de septiembre

Todos olemos mal, dice Alberto. Me mosqueo porque se mosquea, yo por lo que dice, él por mi cara, o al revés, pero es un levísimo mosqueo. Todo marcha.
Está feliz, dice que la cabra tira al monte. Yo estoy a gusto pero también me apetecen las ciudades y viajar,
Él ya piensa en Cachemira y, viensdo que no hay más montañas en el camino, vuelve a dudar entre Siria y el Cáucaso.
Tichy comenta en su libro sobre India La metamorfosis de la flor de loto, la necesidad de mirar con ojos indios la prohibición india de tomar alcohol.Es difícil comprender las situaciones ajenas a nuestra cultura occidental poniéndonos en el lugar de las personas originarias del país en cuestión. Esta mañana había una mujer desnuda hasta la cintura lavándose en una fuente, unos cuantos hombres que estaban trabajando en el mismo lugar no daban muestras de importarles lo más mínimo la escena. Me produjo satisfacción la novedad pensando en la imposibilidad de que algo parecido sucediera en cualquiera de los países por lo que hemos pasado este año ¿No me sentía en realidad más cercana a esta mujer como occidental que porque juzgase lógica la situación? ¿No la estaba sacando de su civilización para incluirla en la nuestra, en nuestras actitudes?



Tikedungha, 29 de septiembre

Última etapa. Mañana, tres horas y media y un autobús a Pokhara. Se me hace raro viajar con Lucía y Quique, me hace sentirme diferente respecto a cómo transcurre mi vida, quiero decir que miro hacia atrás y casi me parece que es una etapa acabada y el futuro algo distinto y esperándome para ser creado, es una sensación agradable, sólo disminuida por la certeza del final, del tiempo limitado que nos queda. Alberto habla de la muerte con una naturalidad pasmosa cuando dice que total es decir “bueno, ya está, hemos terminado”. A mí me cuesta mucho aceptar el hecho de que no muramos cuando nosotros queramos.

Mario utilizaba una palabra que venía a significar algo así como saber ver, abrir la mirada, entrar dentro... Ahora leo en el libro de Tichy: “Según la concepción hindú....sólo al identificarnos con las cosas, al unir nuestro yo con la esencia del mundo, podemos llegar a comprenderlo por entero”. Tiene algo que ver, Tichy habla del yoga pero lo que dice puede tener otras lecturas más cercanas a mi vida cotidiana.

Pokhara

Lucái y Quique nos han dejado sobre la mesilla un libro de poemas indios traducido por Tagore con una dedicatoria y una foto, fruto de los primeros pasos de Lucía en el laboratorio.
“En poco tiempo hemos aprendido la importancia que tiene para un viajero su equipaje íntimo. Esperamos más encuentros en tierras ajenas”. Me gusta el libro, huele a viejo y sus páginas tienen el color oscuro del tiempo.

“Ella existirá durante toda la eternidad” dice el Bagavad Gita refiriéndose al alma. En parte sensación de angustia pensar que algo que forma parte de ti no va a desaparecer nunca, también puede ser interesante seguir experimentando durante un tiempo ilimitado.





Quique
La mañana es más fría que en el valle del Ganges, la piel se seca, la ciudad se muestra totalmente occidentalizada.

Caminamos por el Himalaya, bajo el Anapurna. El viaje se está haciendo pausado, provechoso. Leer, escribir, caminar, charlar se hace constante imprescindible del recorrido.



Alberto
Probablemente echo de menos ratos de recogimiento desde hace muchos días, también me afecta esta nueva sensación de dinero disparado, no me deja tranquilo esta gente con la que tengo que convivir: hoteleros, porteadores, interneteros, etc. La sensación de privacidad ha desaparecido,

Ayer casi nos llevó el río; hoy llovió parte del día, estaba todo muy bonito, un largo desfiladero, varios puentes colgantes, algunas aldeas pulcrísimas, la niebla decorando las laderas, una gran cascada, algunas fotos simpáticas de críos.





Sería maravilloso encontrar una historia; mirar y crear una historia como quien se asoma a un patio y va entrando puerta tras puerta para encontrar el cuento y los pensamientos de sus habitantes. Como vivir dos veces, dos intensidades diferentes, un puñado de circunstancias ajenas capacces de ponerse en pie frente al pasmo de un observador-escritor que pueda ir abriendo aquello que ve, para en su contacto ser alumbrado por lo nuevo.

Noche de aguaceros, por la mañana llueve, la niebla está un poco más arriba de los tejados. A las seis decidimos subir al Poon Hill. El Daulaghiri termina abriéndose paso entre las nubes, el Anapurna se hace hueco en un agujero de claridad. Bajamos mil quinientos metros de desnivel, es un camino bonito, húmedo, lleno de altos rododendros, gruesos como árboles; pasamos algunas cascadas.







Me sorprendió a veces la lectura de Arundhati Roy, el modo de manejar los contrastes de la India rural en relación con los superventas de los medios de comunicación, la cultura del cine, la mezcla de una película esperada con eso que sucede en torno. Pero en el fondo termina cansándome; el juego de los despropósitos, las comparaciones reiterativas... Los personajes vienen como teñidos, ya de entrada, subjetivizados, a veces convertidos en muñecos o estereotipos por la escritura de Roy. Se ve y se escucha a la autora con demasiada frecuencia.



Lucía
Tarde chispeante. Veo desde la ventana de la habitación cómo la niebla baja se acerca al pueblo para envolverlo en un par de horas.

Queda apenas una semana para finalizar el viaje ¡Qué distinto a como esperaba! Mi visión de India es otra, menos idílica y romántica, más realista y algo decepcionante. Decepcionante por cómo se funciona en algunos aspectos y cómo valores básicos que lees en sus libros parecen perdidos, perdidos.
Nepal me ha enamorado, sí.

Nuestra ventana, la de hoy, da a una zona de enormes cañas y árboles con hojas similares a las de bambú. La de la otra noche nos mostraba un campo lleno de mazorcas. En menos de una semana mi paisaje será el de casa: la sierra al fondo, los campos secos y ya recolectados, la tarde y el sol- También es bonito...




Guille, Cork
Pictura Poiesis. Bien, hagamos un esfuerzo pictórico-literario y expliquémonos sobre el sexo en la literatura con tres ejemplos: Stendhal (el sexo decimonónico), Baldwin (sinceridad sexual), Miller (vulgaridadqueaburrimiento sexual).
N=narración extra-sexual (es decir sin sexo) SEXSO=sexso SEUDO=seudosexo

Stendhal: el esquema pictórico sería el siguiente:
nnnnnnnnnnnnseudoseudoseudoseudonnnnnnnnnnnnnseudosedudoseudo (hueco enorme) seudoseudoseudo

No es que el esquema diga mucho visualmente: simplemente Stendhal deja caer los huecos, y por huecos entiéndase huecos, vacíos de tiempo, pero antes te ha ambientado en la escena. Es el esquema menos explicable porque no sabes a qué se debe la sensación de “sexo” que tienes mientras estás leyendo, y suponesw que se debe al hueco que se ha dejado. Pero hay otros autores que dejan huecos (y cineastas también), y supongo que hay un arte de dejar hueco, y Stendhal es un genio dejando huecos. Intento pensar en un equivalente fílmico, seguro que algún clásico, pero no se me ocurre ninguno. Y creo que el sexo va de mal en peor en el cine.

Esquema para Baldwin (sexo-sinceridad):
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnsexosexosexosexo

Baldwin relata el sexo como si estuviese viendo un paisaje, con toda sinceridad y además con fuerza, tal vez por esa sinceridad precisamente. Me encanta el sexo en Baldwi. Y más teniendo colores (especialmente blanco y negro, pero a veces miel, carbón, chocolate) para las pieles.

Esquema para Miller (sexo-baaahhhhh)
sexosexosexosexosexoSEXOSEXOSEXOSEXO!!!SEEEEXXXXXXXOOOOOO!!!sexosexosexoSEXOSEXOSEXO

Es el esquema más vulgar que he visto nunca, realmente resulta bostezable.
pues eso.


Dentro de un rato me voy a ver El tercer hombre al Kino, no sé si entenderé todo, en realidad sólo quiero ver a Orson Welles salir de la oscuridad del portal con esa sonrisa de capullo, me pone la piel de gallina esa escena.



Mario, El Chorrillo
El reloj se acerca peligrosamente a dar las seis. El cielo se engalana con lentejuelas y una luna tenue ilumina todo el campo creando contrastes en cada árbol, en cada arbusto. Es hermoso pasear con la luna por estos campos y dejarse sorprender por una belleza que no cansa. Es una belleza propensa a una melancolía alegre de las noches para el recuerdo.

Before the rain
Todo nace para ser repetido de una u otra manera, siempre en un escenario igual y con peones diferentes. Estamos destinados a vagar por el infierno que miles de seres recorremos, somos conscientes de tan poco, de una tan pequeña parte de nuestro mundo que nos volvemos egoístas y complicados tratamos de descifrar lo inexplicable cuando la explicación de todas la cosas está ahí simplemente esperando. Pero nosotros, tozudos, no somos capaces de aceptarla.









Bangla Desh


Del 16 al 22 de septiembre de 1999




De Kulna a Dhaka

Otra preciosa entrada: Bangla Desh. Después de un trayecto en tren (vendedores, prestidigitadores, cantantes), un ricksaw hasta la frontera. En inmigración nos invitan a un té con galletas mientras sellan los pasaportes. De nuevo un ricksaw y dos autobuses hasta Kulna donde un tercer ricksaw nos lleva al puerto.



Hemos paseado a gusto por Kulna mientras esperábamos a que llegara el barco. Un empleado se convirtió durante unas horas en nuestro protector: vigilancia de los macutos, ayuda para sacar los billetes e incluso para comprar  unas bananas y unos bollos. Después quería que le diéramos 30000 takas para sacar el visado a España y que le ayudáramos a encontrar trabajo. Tomamos unas cervezas juntos en cubierta y nos despedimos.

Es de noche, el barco zarpa a las tres de la mañana. En el muelle barcos de colores que van a salir a pescar, gente en el río.





Bonito amanecer. la cubierta está abarrotada de gente que se está despertando, toma un té o charla sentada en el suelo, Por el río barcos muy sencillos, alguno con una gran bandera que pone la nota de color en la luz metálica del amanecer. Al otro lado del río grandes playas verdes con algunos caballos en la orilla, al fondo una ciudad. Quiero volver a ver El río de Renoir.

He hecho algunos retratos a mujeres, se prestan a ello con facilidad. A mi lado una mujer joven (lo sé por la voz y la risa) totalmente cubierta de negro salvo una pequeña ranura para los ojos pasa las hojas de una revista con fotografías de mujeres sin velo, anuncios similares a los de occidente... Viaja con ella otra mujer vestida con sari y que se mueve con una libertad que llama la atención en un país como éste.... Es curiosa la relación.





Dhaka

Terminé el Ramayana. Me gusto con mi pañuelo hindú, mis pendientes, mui pulsera y mi blusa amarilla de fabricación calcutiense (confeccionada en una hora). Esta mañana hicimos una sesión de fotosen las calles de Dhaka, llovía, había ricksaws al fondo. Era lindo pasear bajo mi paraguas amarillo.






Los perros se han ido. Los perros, Katia y Curry, connombres propios. Especulamos con la posibilidad de que les hicieran algo para poder entrar a robar o que de le escaparan a Mario y vuelvan en cualquier momento. Pero ya es mucho tiempo sin comida ni agua., y está la carretera...

Hoy Alberto se ha quedado en el hotel y yo me he ido a por los billetes a Chiliharti, en la frontera con India, y al Museo Nacional. Me sentía a gusto saliendo sola, cogiendo un ricksaw o paseando por el museo. Llevamos casi tres meses sin separarnos y esto también es bueno.

El Museo Nacional de Dhaka da una idea global del país bastante completa. Desde la geología hasta la guerra de liberación de 1971, pasando por el mundo natural, etnológico, arqueológico y artístico. La sección de botánica está montada de una manera simpática y atractiva, hay una representación de todos los cereales, frutas y especies que se cultivan en el país.

Bajo nuestra ventana pasa una manifestación. Hace días hubo disturbios en Dhaka por parte de los fundamentalistas y nacionalistas contra las facilidades que se quieren dar a India para pasar sus mercancías al este a través de Bangla Desh.


Chiliharti
 


  
Extremo norte de Bangal Desh. Hermoso país con gente acogedora, un lugar para recomendar, paisajes nuevos, verde, agua y más agua... Me da pena marcharme.

Nos cuesta mucho considerar nuestra cultura como una más, tenemos tendencia a medir todo con el metro de nuestro supuesto progreso, y las cosas no están tan claras. En sitios como éste pueblo, Chiliharti, donde no hay miseria ni hambre ¿por qué pensar que estarían mejor de otro modo? ¿con más luz, calles asfaltadas, diversiones occidentales? En esta aldea, por cierto, hay dos librerías.






A recordar  un pintor, Zainul Abedin, sobre todo sus dibujos al carboncillo, una serie titulada Hambre, creada en los años cuarenta, representando escenas de Calcuta y Dhaka, y un poeta, Kazi Nazral, uno de los escritores más considerados en el país.




 LADRONES y ASALTANTES (1922)

¿Quién te llama ladrón, amigo, quién te llama ladrón?
Todo alrededor, los asaltantes tocan a rebato y los ladrones gobiernan.
¿Quién es ese Daniel que juzga a los asaltantes y ladrones?
¿Hay alli alguien en el mundo quien no sea un explotador?
¡Oh Juez Supremo! Sujeta alto tu cetro,
porque los Grandes son hoy Grandes por robar a los débiles.
Mayor es el robo, el engaño o la explotación,
¡más alto es el estatus en el moderno mundo de las naciones!
Palacios se construyen con la sangre congelada de los súbditos,
capitalistas llevan sus fábricas destruyendo millones de almas.
¿Qué máquina diabólica es ésta que se nutre de carne humana?
Hombres y mujeres vivos entran pero salen estrujados como la caña de azúcar.
Las fábricas apisonan al hombre por millones
mientras llenan los millonarios sus copas de vino y sus maletas de oro.....
El mundo entero es una prisión y los ladrones sus guardas.

¿Quién te llama asaltante, amigo, quién te llama ladrón?
Tu sólo has cogido unas pocas monedas o quizás un jarrón.

KAZI NAZRUL





Guille, Cork:
Ayer por la mañana me pidieron que trabajase con Virginie: la chica francesa que empezó el lunes pasado. Casi todo fue silencio durante la mañana. Dificilísimo sacarle una palabra a esa persona bajita, morena y de pelo corto que fuma Drum y que vino a Irlanda porque no quería hacer segundo de matemáticas. 
West Beirut, lo mejor de la peli (que quería ser muy allá y no lo era) el preludio de Bach al piano.Me pone los pelos de punta (o la piel de gallina) esa pieza. Preludio en do mayor de El clave bien temperado.
Fin a Wharton (La edad de la inocencia).

Comienzo Otro país, del negro - negrísimo - maravilloso James Baldwin. El sexo en Baldwin. Hay algo de sincero en ello, de franco. No sólo en Otro país. También recuerdo cierto breve, impulsivo pasaje en El cuarto de Giovanni.

En un punto entre la parada y la casa, se pueden ver los tejados de la ciudad en una llanura, antes de la colina del fondo.

Lo de los perros me deja mal cuerpo. Si no vuelven  realmente los voy a echar de menos.



Lucía, Varanasi:
Benarés: una larga estancia. Suelo adoquinado, ruido, campanas repicando siempre a la misma hora, callejas, mezcolanza de colores. Enfermedad, canciones, un mono se pasea por un edificio frente a nuestra ventana, una vaca muerta flota en el Ganges, una niña se lava y juega. Otras calles, algunas fotos, flores, saris, más rostros.




Quique, Varanasi - Calcuta:
Aunque llevemos veinticinco horas en el tren los enjambres de cometas suspendidos sobre los árboles me animan, son buenos embajadores de Bengala. El hecho de que Calcuta muestre tal cantidad de cometas alivia la entrada del tren en los suburbios. La luz del atardecer hace más plácido el paisaje urbano.



Alberto: 
Dhaka: Las calles, el casco antiguo, son lo más notorio de esta ciudad. El tráfico ha quedado colapsado por los ricksaws. Curiosos a cientos por todos los lados.
Ejercicio permanente el de viajar sobre todo por estas tierras donde la mirada clara al fondo de un rostro oscuro mira y observa con una especial fuerza que en occidente probablemente no encontramos. Sólo que a veces es trabajoso, también se mezcla lo vulgar y lo reiterativo, la curiosidad de la calle que llega a ser tediosa.





Calcuta




13 a 16 de septiembre de 1999

Llegada gris con matices negros. Reconocía lugares fotografiados por Alberto hace 15 años. Al principio quise hacer fotos... mi problema de siempre. Después, por las calles cercanas a la estación ya no tenía ganas, me apetecía caminar en silencio y ver. Creo que esa zona de la ciudad es algo muy especial, diferente por completo a cualquier otra que yo conozca, bien merece un paseo tranquilo y silencioso. Ver cuerpos dormidos, hombres jóvenes lavándose de la cabeza a los pies en las fuentes o en los grifos de las alcantarillas, un perro muerto, barro, taxis amarillos y negros, niños de uniforme dirigiéndose hacia el colegio, puestos de frituras, vendedores de té. Oler: agua estancada, aceite frito. Oír: cláxones continuos. Todo al mismo tiempo.

Quise ir al Centro de la Madre Teresa en el que estuvo Mario pero Alberto me convenció de lo contrario (Alberto: ¿a qué voy? Me siento como un voyeur de esos con los que tan mal me identifico cuando viajo). Pasamos con respeto y discreción por la extrema miseria. Demasiada gente que no tiene una vida mínimamente decente.




Únicas las calles de Calcuta. Al lado de la estación de Seedah hay un mercado. Punto álgido. Acumulación prieta de ruido, color, olor... Porteadores llevando en la cabeza inmensos cestos que tienen que levantar entre cuatro personas.
No creo que pueda olvidar esta ciudad y estas gentes. Es una ciudad para volver, para vivir de nuevo sus calles.









Alberto:
Llegamos a las 5,30 de la mañana, madrugada plena de blanco y negro, suelo mojado, brillo metálico de la calle, grises múltiples sobre el puente de Howrah, también algunos saris llenos de color sobre el plomo de las primeras calles del barrio próximo a la estación.

Ando cansino y sin curiosidad por entre las vitrinas decimonónicas del Museo Indio. Hace calor, espero a Victoria en los corredores de la planta naja, estoy frente a la galería de instrumentos musicales, sale de ella un criajo de cuatro o cinco años cargado con otro de uno o dos en la cadera. Esto me entretiene: mirar a la gente, adivinar algo de su vida diaria, la regularidad de la vida en las calles de Calcuta pese al alto grado de indigencia local... y seguir viviendo.







Guille, Cork:
Aquí cada cierto tiempo tiene que llover, el cielo irlandés es matemático, aunque este despejado llueve.

Reflexiones de hotel:
Para que os hagáis una idea y lo incluyáis en el presupuesto si os parece, la noche en el hotel donde trabajo anda por las 150 libras (30.000 pelas), y ahora contrastad con lo que pagáis allí en Calcuta... no me extraña que no te hagan las camas, mamá... lo que no sé es cómo no tenemos que hacer alguna locura para compensar ese gasto que hacen los clientes...

A veces pienso en Melville y su Bartleby el escribidor (o el escribiente). El que no lo haya leído que lo haga. El ambiente del hotel, en cuanto al personal, es perfecto para el fenómeno Bartleby. Me explico. Bartleby, en el relato de Melville, cada vez que su jefe le pide que haga algo (el jefe lo hace como hay que hacerlo, con preguntas del tipo: Bartleby, ¿podrías hacer tal y cual?), responde con la oración "I would prefer not to" (preferiría no hacerlo). Pues bien, en el hotel el tipo de peticiones que hacen los jefes son todavía más apropiadas para ese tipo de respuestas, pues sus preguntas incluyen al final un "por mí" realmente desagradable. Es decir: "Fulanito/a, ¿podrías hacer esto por mi?", lo cual es una total estupidez porque si no lo hace fulanito, evidentemente no va a ser la jefa la que lo va a hacer, sino menganito. Pues bien, si cada uno de nosotros respondiese con ese "I would prefer not to" bartlebiano el hotel se iría al garete, definitivamente, o se convertiría en una tiranía, de nuevo, se convertiría en un 1984 revisited.

Excentricidades: un hotel de cinco estrellas lo que hace es permitirle al cliente la excentricidad, la que sea, pero más allá hay una excentricidad abstracta, que consiste en que el cliente pueda pedir lo que quiera. Esa es la excentricidad del cliente. Hay además una excentricidad del empleado, que consiste en tener que hacer tareas como quitarle el polvo a los rodapiés cada dos días... por favor, qué polvo pueden tener los rodapiés en dos días, cuando resulta que prácticamente ni dios pasa por los pasillos? Pues eso.



De Delhi a Calcuta pasando por Jaipur y Ahmadabad




Del 9 al 13 de septiembre de 1999

Algo que ver con mis comeduras de coco: “La mayoría de las personas son infelices y están inquietas porque no usan el corazón para disfrutar las cosas, sino que usan las cosas para regocijar el corazón” Lin An



Estos días son sólo un intermedio entre Pakistán y Bangladesh, tengo la impresión de estar únicamente atravesando India. Mi percepción de las gentes es mucho más fría de lo que esperaba. La estancia en Delhi se fue en papeleo (visados y billetes de tren), sólo un paseo por el Fuerte Rojo y las comidas con Lucía y Quique amenizaron esos días, apenas hubo tiempo para lecturas.

Cuando veo estas chabolas, el barro, la suciedad en que vive esta gente, me pregunto qué pensarán ellos de toda esa filosofía religiosa de las castas, la reencarnación... Estudiamos lo que corresponde a un país como una globalidad, pero nos quedamos sin saber lo que realmente piensan y sienten las personas de carne y hueso. Llueve, los últimos coletazos del monzón ¿Qué hace durante todo el día esta gente que vive bajo las techumbres de la estación?

Ya no llueve, hay una bonita luz, el indio que nos acompaña en el departamento del tren canta. Vamos a tomar un té.



Acabamos de despertarnos, el paisaje ha cambiado, ahora vemos cultivos, algunos árboles y hierba alta. Grupos de mujeres con saris están agachadas charlando en círculo. India es el país de los colores. Me pregunto si a una persona como la que nos acompaña en el departamento, un chatria, le afectará realmente el pensar que cuando muera, su espíritu, su energía, algo, se pueda reencarnar en una casta superior. Puede influir de manera importante en el modo de vida, pero consuelo en la muerte... ¿Qué es lo que nos hace sentir que estamos viviendo? Aunque básicamente fuéramos energía, espiritualidad, lo que vivimos está tan mediatizado por el cuerpo que es difícil pensar que se le pueda dejar a un lado o darle una importancia tan secundaria como para que esta teoría ayude en el momento de la muerte. Sólo los fanáticos de una u otra religión creo que pueden servirse de la idea de existencia de otra vida para pasar con alegría el trance de la muerte. Otra cosa es asimilar que esto termina y rendirse a la evidencia con humildad y aceptación de lo inevitable.




Alberto:
Huimos casi de Delhi, huimos de los buscadores de pelas, de los atosigadores de todo tipo, del tráfico.
Hoy, que lo extraordinario se diluyó, o a lo sumo se hizo pan de cada día, no tengo la impresión de que este periodo de tiempo sea mínimamente novelable. La vida pasa deprisa e intensa, quizás esto de escribir sea cosa de periodos más tranquilos... Hoy la vida es cosa de ver, mirar, aprender, intentar comprender.

Leo La metamorfosis de la flor de loto, de Tichy. Recuerdo un email de Mario desde Calcuta, cuando contaba sobre aquellos doscientos jóvenes del voluntariado. Noto, atravesándome ligero pero firme, un pequeño nudo en la garganta, lo provoca ese empeño anónimo de gente que trabaja en el mundo por una clase de necesitados sin remedio ¿Es una llamada, un interrogante, un recurso biológico? ¿Es el reconocimiento de que los resortes del ser humano esconden mecanismos internos insospechados?

Amaneció fresco, cubierto, continuamos atravesando la llanura norte de la península del Decán. La vida en el vagón de al lado no es la misma, los billetes cuestan diez veces menos pero también se viaja diez veces peor, los viajes que ya hemos experimentado en China.
El verde intenso de la mañana brilla en los campos de cultivos, son los recuerdos de los verdes invernales de Asturias.



Delhi



Del 6 al 9 de septiembre de 1999

¿Por qué dejaría de escribir?

Miseria mezclada con lujo. Ratones corriendo por nuestra habitación. Desde la terraza: calles embarradas, basura y trastos viejos. Caza del turista.

Llegan Lucía y Quique. Después de unos días en Delhi nos separamos, volveremos a encontrarnos en Nepal.



Alberto:
No es ambiente para mirar sosegadamente alrededor, en ese alrededor pululan miles de freelances que van a por ti en todos los momentos del día, lleva tiempo la tarea de quitártelos de encima.
Mi escepticismo ha crecido con los años, miro lejanamente a esta gente que tiende la mano, que muestra los muñones o la desnudez de un crío pequeño.



Lucía, India:
Me quedé sola en el hotel y subí a la terraza. Dejaba de llover y la luz iba acercándose a las ventanas de las habitaciones. El cielo, los tejados y su enjambre de canbles y antenas eran la vista que ofrecía la terraza.
El ricksaw, el caos en la carretera, motores, humo intenso, negruzco, pitidos, voces...
En la tarde, la luz del Fuerte Rojo, unas cuantas fotos, la vuelta en ricksaw ya de noche.


Quique, India:
La noche ha debido luchar durante horas para que Delhi calle. Aún así a la ciudad se le escapanruidos, bostezos del asfalto caliente. La luz fluorescente hace a las salamandras mucho más irreales, tal y como las vi hace años en un ataque de fiebre.