Kashgar. Camino a Pakistán






24 - 25 de agosto de 1999

Polvo, polvo, polvo y calor. Al final han quedado pocos días para el Karakorum, para mí es una intriga porque no sé cómo voy a estar de fuerte para andar. Creo que debería estar más activa, es mucho tiempo, este del viaje, para vagara tanto en cuerpo y en espíritu.

 Acaba de parar junto al autobús una bici cargada de gallinas. Las llevan atadas en racimos, colgadas por las patas. Según las bajan de la bici las van tirando al suelo unas encima de otras. Al principio creí que estaban muertas, las cargan de la misma forma en un camión.




Alberto:
Llegamos tras cuarenta horas de autobús. Continúa aquí el ambiente neblinoso del camino.

Camino de Sost. Salíamos a las diez, luego fueron las doce. Arrancamos a las doce y media y diez minutos después volvimos a parar: el río se ha llevado parte de la base de un puente. Ahora ya llevamos seis horas parados. Los obreros construyen jaulas de alambre para los bloques rodados que sustentarán de nuevo la base del dique.





Lucía,  El Chorrillo:
Mario llegó ayer tarde. El reencuentro fue muy emotivo. Nos colamos a la zona de recogida de equipajes y por allí venía a lo lejos, con su barba estilo papá, sus collares y su ropa india y un gesto algo cambiado.



Mario, El Chorrillo:
Vuelve a casa, vuelve, por Navidad (esto es posible que papimami no lo entiendan). Fue rara la experiencia de encontrarme con mi family de nuevo. India ya se va alejando. Las cosas empiezan a parecerse a las de hace unos meses pero han adquirido un carácter muy diferente, pasar de las calles de India, todas abarrotadas de gente, a las calles de Madrid vacías por el verano y el calor. Queda frente a mis ojos una vida tranquila, con sus muchas cosas para hacer y sus millones de reflexiones para fijar en el papel.


Quique, El Chorrillo:
Mario viene cansado pero muy sonriente, cargado con una pesada mochila y, supongo, con muchos recuerdos. Llegaba tal y como le revelaban sus e-mails. El recorrido en metro entre el aeropuerto y la casa de Camila debió ser el final de la metamorfosis del regreso para Mario. Su sonrisa se disipó; tenía en Camila su Ítaca, pero, como a Ulises, creo que la vida tras el regreso le será insegura.



Guille, Cork:
Cork llovido. Tierra de gente con el pelo mojado, el coche mojado, la casa mojada, los pantalones mojados. Mientras llueve paso el tiempo leyendo.

El libro de Barthes ha adquirido un extraño olor, fuerte y algo desagradable y que tengo la sensación de que pertenece a esos olores que en algún momento he encontrado en otros libros y que sólo se dan en los libros.