Urumqi




21 de agosto de 1999

Hoy nuestro compañero de dormitorio es un efebo. Un efebo japonés, muy joven, de melena teñida de rubio, muy guapo.



Alberto:
Los montes Altai, en los límites con Rusia son un espléndido paraíso inexplorado de montañas y glaciares.
Urumqi, capital de Xingian, al norte de Tibet y del desierto de Taklamakan, punto importante de la ruta de la seda. Nos habían prometido una horrible ciudad de hormigón y polvo y nos encontramos con una magnífica ciudad organizada, pintoresca y en pleno desarrollo. Llegamos además por el camino más propio, el desierto, el desierto de Gobi, una ancha extensión de tierra de nadie donde apenas crecen unas pocas casitas donde aflora el agua, pero casi siempre circundado por altas y secas montañas. Uno mira desde Madrid el atlas y parece que todo lo que está fuera del ámbito grecorromano es un mundo lejano y cuasi salvaje, principalmente la zona euroasiática. Craso error, es admirable la cantidad de culturas con las que uno se va tropezando en el camino, y no sólo en los museos. Esta ciudad de Urumqi, por ejemplo, en donde tan pronto te encuentras con antiguas culturas turcomanas, mujeres al modo árabe más fundamentalista, con mujeres hans con minifaldas; después están las diversas ofertas étnicas, chiringuitos, ropas, estilos de viviendas, mezquitas mezcladas con supermercados al modo neoyorquino, rascacielos  (toda China es un huerto de rascacielos en permanente construcción.

El día en Tianchi (chi=lago, Tian=celestial, cielo). Ida y vuelta, miles de chinos por todos los lados. Cuando nos alejamos se ve un bello farallón que me recordaba los Grandes Jorasses del Macizo del Mont Blanc, eran las montañas de Thiansan. Una pared impresionante preside los espolones centrales, luego, al oeste y al este, las montañas van diluyéndose y quedándose sin nieve hasta acabar desnudas y perdidas en múltiples estribaciones peladas, como parias de desierto que perdieran los atributos de altura con los años. 






Mario, Delhi:
La vuelta todavía no la tengo asimilada…..Ahora empieza la otra etapa…..vuelta a la cultura madre habiendo conseguido (más o menos) armonizar con la que ahora dejo. Veo las calles y las gentes con más intensidad, como si quisiera llevarme la esencia a casa…..Europa, EE.UU., no somos los únicos de este mundo, son más los que no comparten nuestros absurdos ideales. La perfección es un buen camino si uno se queda a un millón de kilómetros de ella. Llegar a ella está siendo nuestra perdición…..Me llama la atención cómo uno puede encontrar la tranquilidad en estas ciudades tan caóticas, tan hermosamente caóticas…..Mañana estaré en España y serán las calles vacías y limpias, el orden del tráfico lo que me haga desear lo caótico de India. Se me antoja pensar qué ostentosa y qué poco estética es a los ojos del viajero la perfección de occidente.



Kike, El Chorrillo:
Mis lecturas sobre la India han roto mi idea idílica sobre el país y sus gentes. La destrucción de Gandhi, de Leguineche, síntesis de historia posterior a 1947, me evocan una visión muy poco romántica sobre la actual India. En cambio la inclñinación de Lucía a ver al indio como un “buen salvaje”, la historia de Mario en Calcuta y, en general, el halo pacífico que rodea a India me crean un conflicto: ¿tendrá que ver con la falta de sensibilidad? ¿podré conectar con la India como lo hizo Mario?



Guille, Cork:
Hace unos días la MELANCOLÍA existía en el orden de las cosas sobre la mesa. En aquella ocasión era la taza sobre el plato, las casetes y la agenda. Hoy es, claramente, este cuaderno abierto sobre la mesa cuando vengo de la cocina con las patatas y el té. Y tal vez ese fondo de dos camas con la mesilla y la lamparilla en medio contra un muro de persiana. La simetría no ya en los muebles, sino también, de arriba abajo, de la luz de la lámpara. Todo esto es de lo más positivo.