Chegdu-Urumqi

Del 14 al 20 de agosto de 1999

Chengdu, capital de la provincia de Sichuan

Tierra civilizada, podemos quitarnos la mugre acumulada durante una semana de no ducha, no water (con los cerdos sí), no water, and so on. Dos días de descanso antes de tomar el tren de Urumqi. Vida casera.
Hace un rato reflexionábamos sobre el cúmulo de factores que pueden intervenir para que percibamos a las personas de una forma determinada. ¿Cuál es la razón de que los indígenas bolivianos y los tibetanos de estos días me produzcan rechazo y no en cambio los kurdos, por ejemplo, que pueden tener, en momentos concretos, la misma condición de suciedad e ignorancia que los anteriores? La forma de mirar, el ambiente que encuentras en un determinado lugar, el grado de cansancio, el conocimiento de su cultura, de su situación social... Son mundos a los que nos es difícil llegar. Vamos cargados de una cultura que nos cierra el paso a una percepción más libre y objetiva de las personas y los grupos sociales.

A la hora de comer Albero ha visto un kentucki fried pollo y de le han abierto los ojos de par en par a pesar de estar encantado con la comida china. Así que allí nos hemos metido y hemos comido bajo la mirada de Clint Eastwood, con Ghost detrás y el Titanic en frente.



Chengdu-Urumqi

No es lo que esperaba. Una litera central y otra arriba del todo, cada uno en un departamento, calor, el ventilador no funciona, los únicos asientos fuera de las literas son los plegables del pasillo, pequeños e incómodos, en el momento en que uno se levanta le quitan el sitio.
Llueve a mares, el paisaje es verde, sigue habiendo grandes ríos y mucha vegetación.

Recuerdos de mi infancia. Mi hermano diciendo: "¡Papá, papá, mira, un tren largo! Los asientos de madera y los balconcillos situados en el extremo de los vagones de tercera clase. Me gustaban porque parecían trenes del Oeste. ¿Cómo es este olor de ahora mismo? Áspero, penetrante, el olor del tren de mi infancia. Huele a madrugada, a hombres bebiendo la copa del aguardiente de la mañana en la cantina de la estación, a la expectativa del viaje. Mi padre: "Ya lo van a formar" ¡Cuánto sabía de trenes ante los ojos oscuros y expectantes de mis seis años! Después el traqueteo, siempre el mismo ritmo, más fuerte, más suave. Asomada a la ventanilla imaginaba escenas de indios, de guerra, de aventuras, en aquellas lomas y campos por los que nos llevaba el tren durante... ¿cuánto tardaría? Los tiempos reales no sirven para medir los recuerdos infantiles.

Me vuelvo a encontrar mal con la gente, me molesta que enganchen su cortina en lamía cuando les molesta, que me quiten el sitio, que aporreen la puerta del servicio , que me cierren la ventana, que me empujen para que quite la pierna que tengo apoyada en la escalera...

No sé quién tiene razón, ni siquiera si la tenemos alguno de los dos. Bici en Nepal con Lucía-litera de arriba-equipaje que hay que bajar-respiro o no respiro-falta de adaptación-mosqueo por parte de los dos. Dice que es muy aburrido, totalmente de acuerdo ¡Mierda! ¡Estoy harta!




El ambiente está más tranquilo. El paisaje también ha cambiado, nos dormimos en medio de una vegetación casi selvática y despertamos en las puertas de un desierto de roca y arena. Aún quedan algunos matorrales raquíticos.
Me duelen los huesos y el alma. Es como si no fuera a ser capaz de salir de esto que ya no sé si es un bache o el inicio de una depresión. Todo el mundo parece feliz. Estoy cansada de mí, puedo ser tan repetitiva... Me veo cada vez más gruñona, más metida en mí misma y con menos aguante. Parece que los rasgos del carácter se acentúan con la edad, de ahí los miedos, la pereza ante todo lo que es nuevo o diferente de lo cotidiano, características mías de siempre.





Alberto:
Neblinosa mañana de otoño, sueño reparador, músculos relajados, libros sobre la mesa. Llevamos casi cincuenta días, parece que el miedo al cansancio es infundado. Grandísimo manojo de diversidad bailando a lo largo de este viaje. El camino que nos queda es un hermoso recorrido de tierras y culturas.


El tren zigzaguea casi todo el día elevándose por un largo y estrecho valle. El río, marrón, describe continuos meandros, el bosque sube hasta las cumbres, agudas y agrestes, casi siempre. Las literas altas impiden sentarse, pasamos el día en el pasillo.
De las montañas y los bosques pasamos durante la noche al desierto. La temperatura ha bajado.
Un detalle de brusquedad de ella tensa de nuevo la cuerda de nuestras relaciones. Un poso de tristeza baña el día inevitablemente en estas circunstancias. Estamos en un periodo de estancamiento de duración imprevisible.


Mario, Calcuta:
Dentro de tres noches a Delhi como si fuera el verdadero viaje de vuelta. Cada día son más visibles los minutos que me quedan y los acepto con alegre pena y penosa alegría.
Me he despedido de mi viejecito y de otros pacientes. Ayer fui al café indio donde Tagore escribía y me encontré con un café de la generación del noventa y ocho a estilo indio.


Guille, Cork:
Le trae a uno la sonrisa a la cara un toque de romanticismo, de humanidad, como el del pequeño mensaje que la chica morena da a Winston (1984, p.113), todo ello tras más de cien páginas de frío político. De hecho el primer capítulo de la segunda parte resulta un estallido de romanticismo en los dos sentidos, el más común relacionado con los sentimientos, pero sobre todo en el sentido abstracto, ¿decimonónico?, ese romanticismo que implica un riesgo, una ruptura de las reglas tal vez. Contento por mi renovado ritmo de lectura y disfrute con Orwell.


Se me altera la respiración cuando leo que os planteáis la posibilidad de venir a visitarme al final del otoño, se me vuelve a alterar al darme cuenta de mi alteración (ves, Mario, tu lenguaje es a veces un poco así, como esta última línea, pero no te mosquees, es coña (no, mamá, cognac no, cogna o coña, como veáis)).
Los tópicos que se dicen sobre el paisaje verde de Irlanda, el paisaje por aquí, el paisaje por allá SON VERDAD. Y si hay algo de niebla o de nubes que cubran las colinas, entonces es ya de lo más impresionante (yo a defender lo mío, que sí, que el Tibet y la India muy alucinantes, pero no hace falta irse tanlejos para disfrutar del paisaje, digo yo)


Lucía, El Chorrillo:
Adiós Ficus Carica. Hoy, en el paseo matutino por la parcela descubrí, sorprendida, la higuera tirada en el suelo, tu higuera, papá, estaba totalmente tronchada ¡Ay, no supe qué pensar!, me he puesto un poco triste... Debió ocurrir hace dos días cuando fuimos al concierto de Serrat, sus hojas están aún fuertes y verdes y si espero creo que podré aprovechar algunos de sus hijos. La explicación, ni idea, sin marxa de quemada (podría ser una rayo...), ni marcas de nada, los demás árboles de la zona están perfectamente, y ella estaba espléndida.... vino Quique después y estuvimos mirando, parece que la base del tronco, lo más enterrado y profundo estaba podrido.
Ahora estudio Historia del español, voy despacio y atascada, sin demasiada ilusión y esperanza, me lo tomo como una obligación, últimamente no hago gran cosa, pienso y, bueno, no salgo pero los días aquí tampoco me resultan satisfactorios, momentos supongo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

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